Cuestión de Horas
Algunas personas inspiran por sus ideas, otra por la manera de actuar frente a la adversidad. Es el caso de Aaron Ralston, un ingeniero que dejó su empleo en Intel para dedicarse a escalar montañas, cuya historia de coraje y valentía fué llevada al cone en la película 127 horas. Hoy Ralston recorre el mundo contando lo que aprendió de esa experiencia.
"Es probable que muchos conozcan la historia: en 2003 salí en busca de aventuras por el cañón Blue John, en Utah, pero tuve un accidente y mi brazo quedó atrapado entre las rocas, inmovilizado. Tras cinco días de agonía tomé la decisión de amputármelo para poder salir de ahí.
Lo que no conocen es mi perspectiva de la experiencia que tuve, y quiero compartirla. Alguna vez todos nos encontramos atrapados entre piedras. Lidiamos con la muerte, el dolor, la enfermedad, los traumas. Pero ¿Qué hacemos con una circunstancia de ese tipo?. Porque frente a cada piedra tenemos una elección: ¿convertirla en tragedia o en una victoria? Al decidir, crecemos".
"Muchos se preguntan qué tienen en común quedarse atrapado en un cañón y en un negocio que parece destinado al fracaso. Lo que tienen en común es la crisis. ¿Qué hacer ante una situación de crisis? Una crisis nos obliga a frenar, pensar, analizar. Debemos encontrar opciones, elaborar un plan. Por lo tanto, lo primero que hice fue mirar el lugar, ver que elementos tenía y como usarlos. Creí poder hacer una polea para levantar la roca. Pensé en gritar. evalué la posibilidad de tranquilizarme y esperar".
"Durante algunas horas estuve enojado, furioso, deseando no estar ahí. Solemos hacer esto con nuestros problemas: ignorarlos, enojarnos... pero al final, siempre hay que lidiar con ellos. Después del accidente, mi muñeca estaba aplastada en un espacio de un centímetro. De modo que aunque sabía que tenía que cortarme el brazo, la resistencia me impedía lidiar con el problema. Durante 15 horas traté de hacer un agujero en la roca, pero hubiera necesitado meses para liberar el brazo. Y solo tenía medio litro de agua".
"Podía esperar que alguien me encontrara, pero nadie saldría a buscarme porque yo había decidido ir solo y sin avisar adónde".
Todos tomamos decisiones, algunas de las cuales traen consecuencias graves. No podemos castigarnos por eso, y tampoco culpar a algún factor externo. tenemos que asumir la responsabilidad de nuestras decisiones, porque así conservamos la capacidad de decidir en el futuro".
"Cuando pasaron los días dejó de ser una opción amputarme el brazo o no; el problema era como hacerlo. Decidí grabar un mensaje para la gente que quería. Y en ese momento tuve una epifanía de lo que realmente importa en la vida: los afectos, la forma en que nos relacionamos, el amor que cultivamos. Es crucial conocer nuestros valores porque cristalizan en las decisiones que tomamos como líderes".
"Sin embargo, creo que tener esperanza sin tratar de controlar lo que no podemos fue la mayor enseñanza. Cuando no hubo más opciones, opté por el riesgo de morir en el camino antes que por la certeza de morir en donde estaba atrapado. De manera que una vez que me corté el brazo y quedé liberado, me alejé de mi propia tumba caminando.
Agradecía a la roca por haberme enseñado que era lo importante y de lo que era capaz; por haberme ayudado a vencer mis límites. Con cada roca se nos presenta una opción: ignorarla, o tratar de vencerla y darle las gracias por su enseñanza. Espero que, para todo, las rocas en su camino, sean recibidas como bendiciones".